Decía Martín Caparrós que un festival literario es lo más aproximado al pueblo donde habitan los autores que el resto del año viven dispersos en su realidad, en su universo, en su país. Por unos días, esa comunidad virtual forjada en lecturas mutuas y en sintonías a distancia toma cuerpo en debates, cenas y un roce que también ayuda a construir generaciones y tendencias.
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