Bajo el lema de “Nosotros los otros” se inauguró la V edición de Centroamérica cuenta 2017, un festival que juntó a decenas de autores para festejar la palabra. Aquí una crónica de esa fiesta inaugural.
Por Alonso Chaves Benavides
Gente inquieta de distintas edades caminaba por la plazoleta de la Alianza Francesa en Managua. Saludaban a sus amigos y se reían formando círculos espontáneos. Algunos fumaban para calmar las ansias, tomaban café luego de un largo día de trabajo. La reunión entre conocidos y desconocidos crecía cada vez más. Faltaban unos pocos minutos para las 5 de la tarde, hora en que arrancó la V edición de Centroamérica cuenta 2017, la fiesta literaria más grande de la región que este año llevó de lema: “Nosotros los otros”.
Las puertas se abrieron a la hora agendada, como el resto de las actividades del programa. Imposible asistir y seguir con atención los dos conversatorios simultáneos con que se bajó el telón de este encuentro entre narradores en la misma Alianza Francesa. Por un lado, estuvo el holandés Maarten Roest presentando su libro Frente al Volcán, un retrato de la Nicaragua posrevolucionaria construido después de dos años de viaje por este país.
En otro escenario, el escritor colombiano Pablo Montoya, Sophie Doudet, Adelino Braz y Eduardo Flores hablaron sobre Albert Camus y André Malraux, creadores franceses homenajeados en el V encuentro de narradores en el que se celebra la libertad de crear.
Los asistentes, con rostros de emoción, acudieron al Teatro Bernard-Marie Koltés para presenciar un conversatorio que explicó el homenaje a Camus y Malraux. No se habían terminado de acomodar, cuando Braz soltó frases con fuertes significados sobre las enseñanzas de los franceses. “La revolución no construye nada”, dijo. Avanzado el conversatorio, explicó que para los franceses “uno y los otros” se podía interpretar como la solidaridad mientras que al decir “los otros y nosotros” puede apelar a la fraternidad.

Centroamerica Cuenta 2017
El colombiano Pablo Montoya agregó que uno de los mayores aportes de Camus a Latinoamérica, fue lograr entender las figuras del revolucionario y del rebelde. Montoya explicó que el revolucionario se burocratiza, mientras que la imagen del rebelde es más poética respecto a la conciencia que implican los cambios políticos.
Tras una hora de conversación, acabó la mesa. Más personas entraron al auditorio que se fue quedando pequeño para la concurrencia. Satisfechos por el gran contenido del primer conversatorio, esperaron emocionados el segundo.
En el siguiente conversatorio, titulado Con el país a cuestas, participaron autores que fueron adoptados por otros países, sin abandonar del todo el de origen, y escriben en otros idiomas. La mesa estuvo compuesta por Sandra Cisneros (México/Estados Unidos), Daniel Alarcón (Perú/Estados Unidos), Clara Obligado (España/Argentina). Fue moderada por el nicaragüense Erick Blandón.
“En este tiempo de muros sirvo de puente”, dijo Cisneros. Por su lado, Alarcón, escritor y periodista, creado de Radio Ambulante, apuntó que él es »un intérprete en ambas direcciones”. En cuanto a las temáticas de los textos, Obligado dijo que cuando ella habla de violencia está reflexionando sobre algo universal.

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El primer día del festival cerró con el acto inaugural. El presidente del equipo organizador, Sergio Ramírez, aprovechó para dirigir unas palabras al público que abarrotada el auditorio de la Alianza Francesa de Managua.
“En un mundo como el de hoy, donde las peores amenazas contra la convivencia humana provienen del terrorismo, la discriminación, el racismo, la intolerancia política y religiosa, el desprecio a la diversidad, la persecución y el acoso contra los emigrantes, el lema de Centroamérica cuenta es este año Nosotros los otros”, dijo el autor de Castigo Divino.
Todos los presentes escucharon atentos a Ramírez; le tomaban fotos, grabaron audios, sabían que las palabras que estaba pronunciando pasarían a la historia. Tan sólo 40 minutos antes de que Ramírez mencionara esa falta de tolerancia que parece imperar, en Manchester, Reino Unido, un artefacto había explotado durante el concierto de la artista pop Ariana Grande.
En sus palabras Ramírez tampoco olvidó mencionar al periodista Javier Valdez, quien fuera asesinado en México, a mediados de mayo, y que a través de sus crónicas describió como pocos, el cartel de Sinaloa, en Culiacán, donde fue abatido a tiros.
“La literatura es capaz de promover este viaje profundo hacia los otros, porque no existe otro territorio más diverso, ni más ancho. En la creación literaria cabe todo y cabemos todos, y desde la invención es posible derribar muros”.
Las palabras de Ramírez no pudieron explicar mejor la intención de Centroamérica cuenta. Tras los aplausos, un murmullo alegre se instaló en el patio de la Alianza Francesa para degustar vino y cerveza fría, esta última apropiada para brindar y refrescarse en el calor de Managua.
En los días siguientes la Alianza sería lugar para ver películas y documentales en el marco del festival, pero también escenario de charlas emocionantes como La sombra del padre con los mexicanos Jorge Volpi y Héctor Aguilar Camín y el peruano Renato Cisneros reconstruyeran la figura de sus padres en la literatura. Volpi, por ejemplo, ese día revelaría, que pasó un año recordando a su padre, el cirujano de origen italiano que imponía óperas a mediodía y odiaba la comida italiana.
En otros escenarios accesibles de Managua, como el auditorio del Centro Cultural Pablo Antonio Cuadra de Hispamer, se celebrarían encendidos conversatorios sobre novela negra, periodismo y ficción, la literatura anfibia, y otros más académicos como el Instituto de Historia y Centroamérica también de la UCA, o las aulas del Centro Cultural Nicaragüense Norteamericano, se iban a presentar libros, a escuchar a escritores, a trazar mapas e itinerarios literarios de la región.
Mucha agua iba a correr en este festival, que a partir de esta noche juntó a esta enorme cofradía entre los que había escritores, periodistas y editores, que llegaron para hablar, contar y cuestionar sus realidades comunes y parecidas; pero que vinieron, sobre todo, a celebrar la palabra.